Estos días, mientras colaboramos con la puesta en marcha de nuestro proyecto hermano ORTUTIK, hemos podido trabajar con una herramienta que ayuda mucho en las labores hortícolas. Un apero bien sencillo, que saca mucha faena y que nos permite olvidarnos de «doblar el lomo» por un rato.
Un muy buen ejemplo de lo que conocemos como tecnologías apropiadas.
Allá por los años 70, E.F. Schumacher publicaba su reconocida obra «Lo pequeño es hermoso» en la que entre otras muchas cosas interesantes y plenas de actualidad, nos hablaba de la importancias de lo «pequeño» frente a la cultura de «cuanto mas grande, mejor».
En este bello libro, nos hablaba también de la tecnología y su uso, definiendo las Tecnologías Apropiadas como aquellas que son respetuosas con las personas y el medio ambiente y que promuevan valores como la salud, la belleza y la permanencia, por ese orden.
Se considera que una tecnología es apropiada cuando tiene efectos beneficiosos sobre las personas y el medio ambiente. Principales características que una tecnología debe tener para ser social y ambientalmente apropiada:
- No causar daño previsible a las personas ni daño innecesario a las restantes formas de vida (animales y plantas).
- No comprometer de modo irrecuperable el patrimonio natural de las futuras generaciones.
- Mejorar las condiciones básicas de vida de todas las personas, independientemente de su poder adquisitivo.
- No ser coercitiva y respetar los derechos y posibilidades de elección de sus usuarios voluntarios y de sus sujetos involuntarios.
- No tener efectos generalizados irreversibles, aunque estos parezcan a primera vista ser beneficiosos o neutros.
- La inversión de los gobiernos en tecnologías apropiadas debe priorizar de modo absoluto la satisfacción de las necesidades humanas básicas de alimentación, vestimenta, vivienda, salud, educación, seguridad personal, participación social, trabajo y transporte.
Estas tecnologías fueron diseñadas para los «países empobrecidos» que durante años de uso han sido experimentadas y desarrolladas, generadose un conocimiento que curiosamente en los paises «desarrollados» no disponemos. Mientras la crisis agudiza su intensidad y conforme los recursos (económicos, energéticos, etc.) empiecen a escasear, el uso de las tecnologías apropiadas irá asentándose en nuestra sociedad y deberemos acudir a estos «países empobrecidos» a aprender de su conocimiento. Una lección de humildad que nos da la historia.
Compartamos el conocimiento.