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» Y buscará nuevas palabras para contar su historia” Paulo Freire
Son muchas las características de los tiempos posmodernos que nos han tocado vivir, pero quizá la característica más delirante, es aquella en la que se le da más importancia a lo que se aparenta, que a lo que se es. Dice Zygmunt BAUMAN, que vivimos en una sociedad liquida, en la que las sólidas referencias a las que nos habíamos aferrado para convivir en la sociedad ya no están, nos las han quitado, lo cual nos deja en una situación de desorientación impuesta, muy difícil de llevar. Ante este panorama, sólo nos queda buscar nuevas vías, también con el lenguaje, sin referencias ancladas en el pasado, que nos permita construir nuevas realidades.
En el anterior post, hablábamos de la necesidad de establecer un diccionario común y de resignificar ciertas palabras que han sido usurpadas por el poder. Los de abajo, los nadie, tratamos de construir nuevas realidades, nuevos escenarios, sin darnos cuenta de la importancia que tiene el LENGUAJE en esa construcción. En la mayoría de los casos, termina resultando agotador tratar de construir un nuevo imaginario común, desde el imaginario individualista del que pretendes deshacerte. En la búsqueda de estrategias para poder superar esta contradicción, quizá el primer paso debiera ser tener en cuenta, que el lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas, sino que también hace que ellas sucedan. El lenguaje es acción, construye y crea realidades, de ahí la importancia de reparar en la importancia del lenguaje en el proceso de construcción de nuevos imaginarios y discursos comunes.
Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo determinado y no de otro, o simplemente no diciendo algo, abrimos o cerramos caminos para nosotras mismas y, muchas veces, para otras personas; porque cuando hablamos construimos futuro. A partir de lo que dijimos o se nos dijo, a partir de lo que callamos, a partir de lo que escuchamos o no escuchamos de otros, nuestra realidad futura caminará en un sentido o en otro.
Wittgenstein decía: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Si damos por buena esta afirmación, es imprescindible entrarle al tema del lenguaje, ya que no es el mismo mundo el de quien tiene 5000 palabras en su cabeza para entenderlo y describirlo, que el mundo del que tiene solo 900. El poder juega con esto, y con un lenguaje determinado, intentan vendernos una visión interesada de lo que está pasando. Si logramos ser conscientes de esta forma de funcionar que tiene el sistema, será más fácil estar atentas para leer entrelíneas y descifrar el mensaje “real” que esconde el lenguaje que usa el poder. Decía Lacan, que un pez no es consciente de que está en el agua hasta que es sacado de ella.
Pero, ¿qué papel puede tener el lenguaje para la resistencia al sistema neoliberal- heteropatriarcal, y sobretodo, para la construcción de nuevos imaginarios comunes? No tenemos que ir muy lejos para buscar estrategias de las que aprender y en las que buscar inspiración: en los meses y años después del levantamiento del 1 de enero 1994, los zapatistas desarrollaron un lenguaje que conmovió y que logró movilizar no sólo a grandes partes de la sociedad civil mexicana, sino que además logró crear una comunidad internacional en contra del neoliberalismo: la llamada sociedad global civil. Lo revolucionario y transformador de todo esto, es que en esos momentos los zapatistas no se dirigían a una comunidad que ya existía, sino a personas que juntas podían constituir una comunidad, si así lo decidían, ampliando el concepto de la solidaridad internacional de la izquierda tradicional para poder incluir grupos diversos. Esta nueva forma de hacer, introdujo un cambio de gran alcance en el imaginario.
El lenguaje zapatista no nació de un día para otro, y tampoco ocurrió por casualidad. Lo que más nos gusta es que siguen construyéndolo poco a poco, desarrollando una gran capacidad para resignificar el desgastado vocabulario que el sistema ha usurpado, y en el que lo simbólico adquiere un gran valor; nos han mostrado como lo simbólico, tan acosado por la posmodernidad, adquiere nuevamente el sentido transparente de que alguna vez tuvo. Así pues, frente a la lógica excluyente de lo generalizado y lo globalizado, los zapatistas nos recordaron que tenemos que ser capaces de reclamar la inclusión de los diferentes mundos en uno solo, en un mundo hecho de muchos mundos, como necesario espacio utópico de encuentro de personas diversas.
Sub-comandante Marcos:
«Frente al crimen, la palabra. Frente a la mentira, la palabra. Frente a la muerte, la palabra»
Recuperemos pues la palabra, y enfrentemos esa tendencia, por la que la repetición hasta la saciedad de una mentira, termina pareciéndose a una verdad.